28 de septiembre de 2013


El cauce del barranco se ensanchaba tanto que daba la sensación de que estaban en un valle de arena fina franqueado por dos enormes paredes de roca. Una garganta en pendiente suave, salpicada de matorrales y árboles pequeños, cuyas paredes devolvían el eco de las ruidosas pardelas, en la por lo demás tranquila noche.



Tayri, Anamar y Garfe estaban sentados alrededor del fuego, muy orgullosos observando con ojos brillantes la hoguera que ellos mismos habían encendido. El Maestro Beselch pasó junto a ellos, observó las brasas y asintió con aprobación atusándose la larga barba trenzada. Sólo bastó aquel gesto del hombre para que Tayri tuviera que ocultar una sonrisa triunfal. La muchacha se inclinó adelante y atrás, sentada, mirando a sus dos compañeros.


Beselch pasó por las cinco hogueras dispersas en aquella zona del lecho del barranco, comprobando que no faltaba ninguno de sus quince alumnos. Otros maestros preferían reunir a todos sus pupilos en torno a un único fuego y aburrirles hasta la muerte con batallitas. Pero él no, había aprendido a aceptar que, con chiquillos de doce años, era normal que incluso los grupos de alumnos más cohesionados se separasen por afinidades.

Sólo paseaba en torno a las hogueras para asegurarse de que sus aprendices, los futuros guerreros de la comarca, estuvieran a salvo. A su paso se hacía el silencio en los corrillos, y todos le miraban sonriendo, esperando algún gesto bromista. En los entrenamientos nadie era más estricto y exigente, pero fuera de ellos Beselch era un hombre afable con buen humor. Incluso hacía la vista gorda cuando alguna pareja de entre el grupo se escabullía para tantear el inocente amor adolescente.

Pero Tayri no estaba interesada en escabullirse, para despecho de Anamar y Garfe. A ella interesaban las antiguas historias, relatar y descubrir la sabiduría de las experiencias pasadas. Y, estando allí, en una noche estrellada, alrededor del fuego, la joven no podía pensar en otra cosa que en historias que contar.

Tayri se atusó el tamarco de cuero blando que le tapaba los muslos e inclinó su rapada cabeza hacia adelante, de manera que sus ojos color almendra brillaron ante el fuego. Sonrió, y habló con suave voz de soprano.

―¿Les he contado alguna vez la historia del guerrero que hablaba con los espíritus?

―¿Es otra de esas historias que te inventas?―le chinchó Garfe.

―En absoluto, esta es muy cierta, aunque ocurrió hace mucho tiempo―Tayri se defendió, negando enérgicamente con la cabeza. Cuando sus compañeros asintieron y se acercaron para escucharle la chiquilla tomó aire y se preparó para narrar:

<<Se llamaba Dafra, y era con diferencia el mejor guerrero de su comarca. Con apenas un par de años más que nosotros era el más rápido y el más veloz, y no poco fuerte. Sus reflejos eran tales que podía detener piedras y dardos con su vara. No necesitaba valerse del bastón especial de ala ancha que usamos nosotros en los entrenamientos del Maestro, y desde luego no tenía la menor necesidad de esquivarlas, porque las paraba todas>>

―¡Estás de broma!―exclamó Anamar, Tayri alzó los ojos al cielo, molesta por la interrupción.

―Calla ya, ¿es tan raro? No todos en el mundo tienen que tener tan malos reflejos como tú―Garfe salió en defensa de Tayri, ansiando que continuara la historia.

<<Los demás guerreros estaban celosos de él, y los adivinos y sacerdotes intrigados. Sólo era un adolescente cuando la gente empezó a insinuar que tenía un contacto especial con los otros mundos. Decían que los espíritus le susurraban lo que iba a pasar y qué tenía que hacer exactamente en cada momento durante un combate o una situación de peligro. Por alguna razón, querían protegerlo, y le mostraban quizás lo que iba a pasar instantes antes de que ocurriese, para que pudiera reaccionar>>

<<Lo que los espíritus nunca le enseñaron, por desgracia, fue a evitar caer en la soberbia. Dafra empezó a mirar por encima del hombro a todos, incluso a sus maestros, y a entrenar sólo con quién él juzgaba digno>> 

―¡El muy imbécil! El Maestro siempre nos cuenta que todos tienen algo que enseñarnos―interrumpió nuevamente Anamar, pero esta vez Tayri y Garfe estuvieron de acuerdo.

         <<Durante años Dafra creció en reputación, pero también en infamia. Desafiaba a aquellos que no le mostrasen el respeto que se consideraba debido y en más de una ocasión estuvo al borde del destierro, pero su habilidad con las armas era demasiado conveniente para la comarca>>

         <<Dicen que tenía veinte años cuando le lanzaron un desafío inesperado, le retaron en combate singular. Un guerrero de su misma edad y el mismo pueblo. Un joven humilde y sin fama llamado Ziri. La historia nos cuenta que Ziri era uno de tantos guerreros injuriados por Dafra y su soberbia. Su maestro (el de Ziri) siempre le había prevenido contra dejarse llevar por el orgullo, y ocasión tras ocasión Ziri había ignorado las insinuaciones hirientes de Dafra>>

―Pero esa vez no pudo aguantar más, y ahí entra nuestro héroe―interrumpió Anamar, siempre interrumpía, pero las historias no eran lo mismo si él no estaba escuchando.

―No hay héroes como tales en las historias verdaderas, ya deberías saber eso―le reprendió Tayri―En las historias de verdad sólo hay... gente.

―¿Por qué se hartó Ziri?―preguntó Garfe.

―La verdad es que no lo sé, pero puedo inventarme esa parte si quieres―respondió ella con malicia.

―Seguro que fue por una chica―apuntó Anamar, sus dos compañeros le miraron―Siempre es por una chica... y eso no pueden negarlo―se encogió.

         Tayri rió.

<<Attenagasi era la mujer con la que Ziri quería pasar el resto de su vida. Insistió en entrenar con Dafra y el guerrero, hastiado, le demostró su inferioridad como luchadora partiéndole el brazo, fingiendo un accidente, pero un guerrero como Dafra nunca se equivocaba. Y esa fue la gota que desbordó>>

―¡Venga ya! ¡Te estás inventando eso!―se quejaron los dos oyentes.

―¿Quieren escuchar la historia o no?

         Vuelta al silencio, sólo el crepitar del fuego y la voz de Tayri.

         <<Aquello fue algo que Ziri no podía dejar pasar. Desafió a Dafra a un duelo, contra los consejos de su maestro y las súplicas de Attenagasi. “Sólo es un cretino, ya se ha dejado en evidencia muchas veces, no tienes que demostrar nada” le decían. Pero Ziri se negó a ceder, durante años, les explicó, había observado a Dafra entrenar y luchar, y había descubierto una manía del guerrero, una debilidad que aprovechar durante su enfrentamiento. Una vulnerabilidad que sus espíritus protectores no cuidaban. Cuando Attenagasi le interrogaba al respecto Ziri no decía nada más>>

<<En la fecha señalada, y con el beneplácito de los notables, ambos guerreros se encontraron en una plaza de piedra. Lucharían hasta que uno de los dos se rindiera. Dafra entró con su vara larga y la barbilla bien alta, Ziri iba armado con una vara corta de pastor y un palo pequeño que apenas le sobresalía por cada lado del puño cuando lo agarraba por el centro>>

<<”Armas de campesino. ¿Es que no eres un guerrero?” dijo Dafra con desprecio. Esta era la clase de insulto que había dirigido a Ziri muchas veces, pues su maestro enseñaba el arte de la lucha del pueblo llano, con armas sencillas de los campesinos. Ziri no dijo nada, saludó y se puso en guardia, la vara corta frente a él en la mano derecha, el palo corto en la izquierda, escondido a su espalda>>

<<La lucha se desarrolló con fiereza, Dafra era más rápido, más ágil y más fuerte que Ziri. Realmente parecía predecir cualquier ataque de su contrincante, y ninguno de los movimientos de Ziri le rozó siquiera. Dafra sobrepasó la defensa de su vara de pastor y comenzó a darle golpes, que este encajó con una resistencia encomiable. Pero todos vieron apesadumbrados que ocurriría lo de siempre, Dafra, protegido quizás por los espíritus, ganaría una vez más. Ziri parecía haber adoptado la táctica de encajar los golpes con estoicismo, más que tratar de alcanzar a su rival. Y esa es una táctica que no acostumbra a dar la victoria. No tardó en caer de espaldas al suelo, sin su vara de pastor, cubierto de moretones y heridas sangrantes>>

―¡Ah, mierda! Ese Dafra no podía ser tan bueno―dijo Garfe, frustrado.

―Pero Ziri si que podía ser tan malo, ¿eh?―comentó Tayri.

         <<El joven guerrero había sido derribado, pero aún no se había rendido. Esta era la parte favorita de Dafra, esperar a que sus contrincantes balbucearan las palabras de rendición entre jadeos y gemidos de dolor. El guerrero se inclinó sobre Ziri y le puso la punta de su vara en el pecho, miró alrededor y habló alto para que todos oyeran sus palabras>>

         <<”¿Estás listo para rendirte, aprendiz de campesino?” gritó Dafra, Ziri no contestó, unos jadeos mal articulados escaparon de sus labios. Estaba agotado, empapado en sangre y sudor. Dafra rió, triunfal, y se inclinó un poco sobre él, sin quitarle la punta de su vara del esternón>>

         <<”¿Qué dices? No te oigo” La multitud miraba a Ziri, pidiendole en silencio que pronunciara las palabras, pero el guerrero derribado parecía incapaz de hablar. “¡Grita, grítalo fuerte! ¡Haz algo como un auténtico guerrero por una vez!” Dafra se inclinó para pegar su cara a la de Ziri y chillarle de nuevo>>

         <<Se escuchó un golpe sordo y el cuerpo musculoso de Dafra se desplomó sobre el de Ziri, la mano izquierda del guerrero sujetaba el palo corto y contundente con el que acababa de dar a su adversario justo en la mandíbula. Se hizo el silencio, y después algunos se apresuraron a retirar a Dafra que, al quedar inconsciente, había perdido automáticamente el combate>>

         <<Fueron Attenagasi y su maestro quienes recogieron a Ziri del suelo, tembloroso y ensangrentado. “Eso ha sido, eso ha sido... ¡demasiado arriesgado!” le reprendió la chica, su maestro no decía nada, sólo miraba como los guerreros arrastraban el cuerpo de Dafra. “Sólo habría sido arriesgado si me hubiera enfrentado a alguien de honor” respondió Ziri. Attenagasi no tuvo en cuenta sus crípticas palabras, considerando que se había llevado un par de golpes superficiales en la cabeza. Le sonrió, le sacudió el torso lleno de polvo y le ayudó a beber agua>>

<<”Al final no pudiste aprovechar esa debilidad en su estilo de lucha” le dijo ella. “¿Quién dice que no?” respondió Ziri, ya más recuperado. Attenagasi le dirigió una mirada con las cejas arqueadas, una mirada que silenciosamente le preguntaba “¿En serio?” Su maestro rompió a reír a carcajadas, dio al joven Ziri una palmada orgullosa en la espalda y se alejó con la multitud. “¿Eh? ¿Y cuál era entonces esa debilidad, según tú?” preguntó ella, sin comprender nada>>

<<”Su amor por las frases dramáticas dirigidas al adversario al final del combate” explicó él. Attenagasi asintió, comprendiendo, y después le rodeó con los brazos y le besó la mejilla, los labios los tenía demasiado hinchados. Alrededor de la plaza de piedra la gente murmuraba, esperando que Dafra por fin hubiera encontrado en el extremo de un arma rival la virtud de la humildad>>

―¿Y cuál es la moraleja de esta historia?―preguntó Garfe.

―Las historias que valen la pena tienen más de una moraleja―respondió Tayri―Para mí la más importante es lo oportuno de la humildad.

―¿A qué te refieres?―quiso saber Anamar.

―Verás, Dafra era mejor que Ziri. Él lo sabía, todos lo sabían. Sin embargo, dejó que esa certeza le nublara la prudencia. Para mí lo importante es que, por muy bueno que seas, no sabes nunca quién, novato o veterano, va a darte el palo de humildad que todos nos llevamos cada cierto tiempo.

4 comentarios:

lnnrt dijo...

Tiene una ambientación que siempre quise recrear. No tardarás mucho en ver un relato mío con cierto parecido. Pero sin plagios ni nada eh, que soy legal.

Un saludo y a ver si se cuentan más cosas de Ziri, más adelante quizás :)

Anónimo dijo...

12 alumnos niños?? sera autobiográfico seguro xdxd...ojala yo escrivbiera asi...bueno otro dia m leo otro xd

Abián G. Rodríguez dijo...

¡Gracias por los comentarios!

Um, Adal, si es probable que Ziri se convierta en un metapersonaje para mí, de la misma manera que seguramente Tayri se convertirá en una "metanarradora" y adelante con el ambiente, no es como si yo hubiera inventado las historias alrededor del fuego :P

Anon (de anónimo) de momento no es autobiográfico, pero nunca se sabe, y encantado de que sigas leyendo cosas por aquí :D

Airlia dijo...

Bonita moraleja! XD a ver si la humanidad se la aplica un poco más...