14 de octubre de 2015
       Aovillado de lado contra la gomaespuma, junto al ruido y el calor condensado de los aparatos de soporte vital. Claustrofobia-privacidad entre cables, con correas de sujeción alrededor del pecho y los muslos. Los ojos clavados en la pantalla. La vibración constante del sistema de circulación de aire le aturdía. Fingía que leía, se engañaba a sí mismo mientras esperaba. Su PDA emitió la alarma: Ocho años, seis meses, trece días y catorce horas.

fotón

         Estaban a punto de salir del FTL. Se soltó de las correas y se vistió con el mono de tripulante, hombros rígidos con los parches de todos los países armadores y la palabra CHRONOS sobre el pecho. Botas magnéticas calzadas, cayó atraído a la pared más cercana. Trotó con esfuerzo, apartándose pelo grasiento de la frente.


         El Puente de la Chronos era un óvalo, consolas y asientos con correas salpicaban irregularmente toda la geometría diseñada para cero-g. Quince puestos para expertos en navegación, telemetría y astrofísica. Todos estaban atentos a las consolas muertas y a los mamparos sellados con negro metal anti radiación. Olía a desinfectante de triclorita y desodorante. Las consolas cobraron vida <<FTL TRANS>> la realidad de la Chronos se sacudió. Regreso al estado relativista: una inconsciencia de segundos indefinidos rodeada de calor hirviente y total anulación sensorial.

         Volvió en sí, se limpió la espuma blanca de la boca y tocó la interfaz táctil. El fuselaje con sensores de la Chronos capturó la luz: bebieron antiquísimos fotones rebotados hacía 50.000 años contra La Tierra. Tras una carrera más allá de las leyes del universo para alejarse lo suficiente, capturarían espejismos del pasado para interpretarlo. La temperatura en el Puente aumentó, los computadores cuánticos estudiando la luz, los cerebros de los técnicos dándole contexto. Él sonrió. Los paleo historiadores, los biólogos y los arqueólogos del proyecto tendrían que esperar, esperaban ya seguro en la sala de investigación. Pero era en el Puente, eran ellos, los primeros que leerían en la antiquísima luz con la mayor precisión posible.


         Diez minutos después observaba una imagen artificial compuesta de La Tierra, basada en las capturas. Como parte del protocolo, se centrarían en África del norte. Observó la anomalía: una mancha desdibujada, la suposición de los supercomputadores después de analizar los fotones. Frunció el ceño, un error. Un bulto irregular superpuesto encima del mediterráneo. Según los espectrómetros era artificial y había estado realmente allí. Alexandros flotó libremente camino a uno de los trajes de vacío, habría que revisar todos los sensores. La Comandante Goraya-la militar-se levantó y plantó sus botas magnéticas negras contra el metal, corrió hasta el panel principal. “¡Les hemos encontrado!”