26 de octubre de 2014
                 Joan se acercó peligrosamente a la pantalla del ordenador, sus retinas se quejaron. Trató de esforzarse en distinguir algo en la foto borrosa, pixelada y mal enfocada que le habían mandado. Era parte del trabajo, se había hecho un hueco en el mundo de lo paranormal. Su blog era seguido por cientos de personas y el auto-proclamado investigador recorría toda la península con su Ford en busca de misterios. Así que ya tenía su experiencia con fotos borrosas y datos inconclusos. De hecho para él un misterio publicable era aquel lo bastante ambiguo como para que falsarlo costase un trabajo empírico considerable que sólo los más acérrimos anti charlatanes estarían dispuestos a hacer gratis.

chica fantasma


         Miró de nuevo la foto: blanco y negro (¡cómo no!) sacada por alguien con el pulso de Michael J. Fox y la capacidad de encuadre de Ed Wood. Había en el centro una figura que parecía humana, vestida con algo blanco. Quizás un vestido, quizás una sábana vieja... Llevaba el pelo largo y en el óvalo desenfocado que podía ser su cabeza brillaban siniestramente dos puntos de luz, ¿ojos?

         Joan se apartó del ordenador, cerró el gestor de correo y se encendió un cigarrillo. Estaba hastiado de aquella mierda, ¿perseguir misterios de garrafón? ¿Dónde estaba el dinero en eso? Se gastaría más pasta en gasolina para ir a... (tuvo que abrir otra vez el gestor de correo para mirar la descripción que venía con la foto) ¿Pedregal de la Sierra? ¿Dónde demonios quedaba eso? Lo descartó, seguramente gastaría más gasolina en llegar y hacer la entrevista de lo que sacaría por publicidad o en su próximo libro.

         Aquellos misterios cliché ya no eran rentables. No estaban en los ochenta. Dejó el cigarrillo en el cenicero y se reclinó en la silla de oficina. ¿Para cuándo un avance en los clichés? Es decir, ¿los supuestos fantasmas iban a vivir siempre anclados en finales del siglo XIX? Un poquito de alegría, debía haber visto treinta niñas burguesas muertas del siglo pasado en lo que iba de años. Y caras de vírgenes otras tantas.

         Si, tenía que evolucionar, los muertos tenían que dar un pasito adelante y modernizarse. ¿Para cuándo una chiquilla muerta con un pijama de Bob Esponja? ¿O al menos de Mickey Mouse? Es decir, según sus cálculos ya debía haber una generosa cantidad de muertos con esa indumentaria. Joan se incorporó para mirar de nuevo al ordenador y buceó por sus programas de edición mientras le daba vueltas a la idea en su cabeza.

         Lo vio claro. Iría a la caza de algo nuevo y especial. Entrelazó las manos y se hizo crujir las articulaciones de los dedos, sonrió. Sería un bombazo, y le haría pasar de la categoría de aficionado a la de experto en su campo. Joan comenzó a teclear, ya tenía el nombre: El misterio de la niña con el suéter de Megadeth.