5 de noviembre de 2015
Cargó para empujar con todo el cuerpo el portón, pesado acero forjado y cristal con rejas. El aire de la mañana estaba húmedo, rodeó el edificio y caminó por la calle trasera que atravesaba varios bloques clónicos. Las paredes de hormigón liso estaban salpicadas de grafitis, escritura casi cuneiforme incomprensible para él. Folletos coloridos y octavillas de papel barato con prostitutas en blanco y negro alfombraban el asfalto. Gruesos ligados de cables colgaban de las fachadas, saltando de una a otra por encima de su cabeza, serpientes de plástico negro.