3 de febrero de 2015
DISCLAIMER: Esto no es una crítica literaria, me gustaría que fuese simplemente una reseña. Es decir, un comentario que hago sobre algo que he leído, sin pararme a analizar su calidad literaria o sus méritos, ni nada de esas cosas que hacen los críticos pretenciosos. Porque no quiero ser un crítico. Vamos a entendernos, siempre he tenido la sensación de que un crítico es alguien que ha fracasado previamente como creador de aquello que ahora juzga, además de la vaga noción de que huelen mal. De ahí que me resista, y mucho, incluso a hacer una inocente reseña literaria sin más valor que el del comentario de un lector. Además me parece aburrido hablar de los aspectos formales, teóricos, que componen el grueso de cualquier crítica. Lo único que pretendo es dar a conocer aquello que mencione, junto con una pequeñísima y humilde opinión personal.

RESUMEN: Esto no es una crítica, yo no quiero ser un crítico. Huelen mucho a frustración y me resisto a caer en la tentación al menos hasta cumplir los cincuenta.


"Trece Gramos de Gofio Estelar" o “Existe una antología de cuentos de ciencia ficción canarios, ¿a qué no lo sabías? Ya, yo tampoco hasta ahora...


  Que no se enfade nadie, pero me da la sensación de que, fuera de ciertos círculos (los autores y su familia) nadie más tiene ni idea de la existencia de Trece Gramos de Gofio Estelar. Su nombre, además, podría echar para atrás a más de uno. A mí me sonó folklórico, e instantáneamente canario, pero no en el buen sentido.

  Cuando me enteré de que existía el libro me empeñé en conseguirlo. Ya ven, yo tengo fe en que las cosas pueden hacerse bien, con ganas y sin complejos desde estas islas. También creo que pueden hacerse sin meter la palabra gofio, pero eso ya es una discrepancia personal. No voy a entrar, como dije, a hablar sobre la calidad literaria (sea lo que sea eso) de los textos. No creo que tenga derecho, ni ganas, ni descaro para hacerlo. Pero si voy a contarles las sensaciones que tuve al leerlo.

trece gramos de gofio estelar portada


  Bueno, primero confieso que no lo he podido terminar. A un relato o dos del final me encontré con otros libros y este ha quedado último en la cola, y ni para hacer esta reseña me he obligado a leerlo, perdería... ¿autenticidad? Y en realidad creo que el hecho de no haberlo podido terminar aún es parte muy importante de la reseña. En cuanto lo abrí y ojeé los relatos por encima me vino a la mente una frase de Fernando Estévez González que encontré citada en otro libro: “para los canarios, los guanches fueron y son, al mismo tiempo, los <<otros>> y nosotros. Los guanches nos han unido y nos han dividido. En cualquier caso, siempre han estado presentes y forman parte de nuestro sentido común histórico. Vivos o muertos, degradados o enaltecidos, reivindicados o renegados, cristalizan las tensiones históricas de este pueblo

  Me vino a la mente porque, siempre que algo lleva la palabra canario, parece irremediablemente unido a este periodo cultural de nuestra historia. Y es genial, en serio, o lo sería si no se ignorasen el resto de periodos culturales igualmente interesantes que hemos pasado. Así, en este libro con la palabra gofio también encontramos bastantes trazos de guanches. Lo cual, en realidad, podría hacerse bien pero a mí no me convenció. Hay menciones a San Borondón, también. En otras historias ni siquiera estoy seguro de qué demonios tenían de ciencia-ficción. Pero hay pasajes buenos, e incluso una o dos que me gustaron bastante. Sinceramente me da la sensación de que esta antología fue escrita por gente nada acostumbrada al género (y el compilador lo confiesa en el prólogo, de manera muy honesta) y eso se deja ver en la imaginativa de las historias.

  Creo que es un libro que algunos podrían llegar a defender con pasión y otros atacar sin ninguna piedad. Ahí queda, existe, está para que lo leamos y nos guste, o lo odiemos. Desde luego ya se ha ganado un puesto, al menos en mi cabeza, como curiosidad literaria (¿¿¡un libro de ciencia ficción canario!??) Y tiene mucho mérito, aún si ha salido con el folklorismo del gofio y con una portada que destaca por su nada destacable “azul portada de libro canario

  Tiene mucho mérito porque es la primera antología así que me encuentro, porque en realidad logra presentarse sin complejos, aún con todos los fallos que unos u otros le podamos ver. Porque ellos, estos autores, lo han hecho y yo no. Y me han dado a mí algo de qué hablar, y energías para querer hacer cosas mejores.

  Aquí queda la reseña. Como les digo, no es una leyenda, no es otro San Borondón. Trece Gramos de Gofio Estelar existe, y que en algunas webs se puede encargar. Yo lo conseguí por Agapea y creo que es posible que esté en las bibliotecas, por si quieren echarle una lectura antes de arriesgarse a comprarlo.