27 de enero de 2016
Doce días en la Kirishima y ya la odio. La gomaespuma a mi espalda es cómoda, pero me asfixian ramajes de acero y cables. El soporte vital es una vibración constante que se mete en mi cerebro. Pienso a 1800 rpm y malvivo con un insomnio alucinógeno.

compañeros de tripulacion

Bleep, turno de día. Un reloj gobierna mis ciclos, no la añorada órbita planetaria. Duermo con el uniforme, un par de bostezos y estoy en el comedor. A estos desconocidos los tengo que llamar compañeros, comer con ellos y sonreír. Aún me pregunto quiénes son. Bruce y su petaca, ¿recuerdo de casa o alcohólico?. Tien mira raro, ¿defensiva o psicópata?


Ellos se preguntan lo mismo de mí, vengo de la Medway. ¿Doce muertos en una descompresión, y yo superviviente? No se lo creen, lo veo en sus ojos. Las tripulaciones, siglo XXIII o XVII, siguen siendo en su mayoría gente acosada por la superstición. Superviviente de la tragedia del Medway, doy mala suerte.

La leche sintética salpica en el plástico. Mis compañeros me miran desde sus ojeras. Les oigo masticar, ruidos viscosos por encima del soporte vital. Compañeros... todos somos extraños a veinte años luz de ninguna parte. Doce días, y ya tengo ganas de que mueran.