16 de febrero de 2015
17:36
La
guerra estalló en el año 258. Hasta entonces el conjunto de
sistemas unidos por rutas comerciales, conocido como Anillo Áureo,
era lo bastante próspero como para tener su propia cronología.
Matiz, Gigante, Jovian y Aqueronte, sus ciclos sincronizados en años
de trescientos días con veintidós horas estandar. Aislados del
resto de sistemas estelares vecinos, menos poblados y decididamente
más pobres, los estados del Anillo Áureo se entregaron a consolidar
un entramado comercial y diplomático para asegurarse la estabilidad
de unos mercados clave para una futura expansión sobre sus vecinos
menos afortunados. Tensiones, problemas comerciales y pacificación
de gobiernos locales eran resueltos con una mezcla de negociaciones y
diplomacia de cañonera.
En
el sexto mes
del año 258(AA), una flota enviada desde el planeta principal del
Sistema Aqueronte, del mismo nombre, entra en combate con las fuerzas
defensivas de Aquilea Delta, en el Sistema Gigante. Por primera vez
en la historia conocida se emite una declaración formal de guerra a
escala planetaria. Todos contienen la respiración, temiendo que la
deflagración se extienda al resto del Anillo. El comercio queda
paralizado y las relaciones diplomáticas se congelan. Las flotas de
Aqueronte asedian Aquilea Delta...
Etiquetas:espacio,ficción,fragmentos
11 de febrero de 2015
12:11
Nathan dio
vueltas al pequeño objeto cromado entre sus dedos, ignorando el ruido de la
terminal del aeropuerto a su alrededor. Pasajeros de quince vuelos
internacionales llamaban por teléfono, se despedían y se movían nerviosos a su
alrededor. Guardó la discreta pieza metálica, si todo salía bien quizás sería
la última vez que podría viajar en avión llevando uno de aquellos. Si salía bien. Vale que después de toda
aquella movida del 11S las compañías aéreas y los gobiernos estaban estirando
hasta límites insospechados la paranoia ciudadana, pero aquello, lo que
pretendía el lobby, era casi
demasiado.
Un aviso de
megafonía, era su vuelo. Se levantó y ajustó las solapas de su chaqueta antes
de embarcar, le reconfortó el tacto del algodón teñido de negro. Caminó
siguiendo la hilera de oficinistas trajeados, guiñó un ojo a la azafata por
puro reflejo y, una vez dentro del Boeing 767, se sentó en su amplio asiento de
primera clase. Volvió a sostener el objeto metálico entre los dedos, su
supuesta arma. De seguir algún tipo de filosofía, un bushido, Nathan jamás habría aceptado el trabajo. Deshonroso para
cualquier experto en armas era decir poco. En todo caso, de seguir una
filosofía, la suya debería haber sido la de los mercenarios, y era bastante
probable que no existiera. Un mercenario con principios inamovibles le sonaba
como una contradicción. Pero sí que tenía orgullo, y aquel trabajo, aunque
sorprendentemente bien pagado, se lo estaba hiriendo.
En su faceta
de experto en armamento, le contrataban para toda clase de cursos y
demostraciones inverosímiles a gobiernos, generales y grupos paramilitares. De
todas sus actuaciones esta se llevaba la palma. Guardó el metal empañado en el
bolsillo. El avión despegó rumbo a Washington. Si los convencía a ellos, le
habían dicho en el lobby, el resto de
gobiernos del mundo les seguirían por puro reflejo y por no ser menos. Participaba,
quizás, de la conspiración más estúpida y absurda que jamás hubiera tenido
lugar. Mucho más estúpida aún que la de la licra premeditadamente debilitada en
los albores de la obsolescencia programada.
Etiquetas:relato-corto
3 de febrero de 2015
14:45
DISCLAIMER: Esto
no es una crítica literaria, me gustaría que fuese simplemente una reseña. Es
decir, un comentario que hago sobre algo que he leído, sin pararme a analizar
su calidad literaria o sus méritos, ni nada de esas cosas que hacen los
críticos pretenciosos. Porque no quiero ser un crítico. Vamos a entendernos,
siempre he tenido la sensación de que un crítico es alguien que ha fracasado
previamente como creador de aquello que ahora juzga, además de la vaga noción
de que huelen mal. De ahí que me resista, y mucho, incluso a hacer una inocente
reseña literaria sin más valor que el del comentario de un lector. Además me parece aburrido hablar de los aspectos formales, teóricos, que componen
el grueso de cualquier crítica. Lo único que pretendo es dar a conocer aquello
que mencione, junto con una pequeñísima y humilde opinión personal.
RESUMEN: Esto
no es una crítica, yo no quiero ser un crítico. Huelen mucho a frustración y me
resisto a caer en la tentación al menos hasta cumplir los cincuenta.
Etiquetas:literatura,reseña
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